De la frase que dejé a medias, de las historias que se quedaron sin terminar, olvidadas en el fondo del cajón. "Punto al final" es el lugar dedicado a los finales que se reescriben y donde la tinta nunca se seca.
Aquí irán cayendo textos como quien paga la pensión alimenticia: con puntualidad de relojería suiza, pero con más ganas que el típico padre divorciado.
Mi ex-secretaria (que ahora vive feliz con el contable de la ferretería) solía animarme a su manera: "¿Otra vez con esa mierda?", con la ternura de una descarga eléctrica. Ahora escribo, sin supervisión, como un niño con tijeras. Me he enfundado el traje de rapsoda (la chaqueta tiene algunas manchas de café).
Prometo un relato semanal... o cada vez que Elon Musk hable de colonizar Marte. Lo que suceda primero.
Llevaba algunos meses barruntando la idea de desaparecer una temporada. Cansado de mis seguidores, había decidido establecerme un tiempo lo más alejado posible de la civilización. Estaba harto de atender llamadas, responder emails, acudir a reuniones interminables y necesitaba distanciarme de todo.
«Todo empezó cuando Lucas me llamó desde el Prat, con voz temblorosa y bastante nervioso. No recordaba si habían hecho el cambio de equipaje entre los aviones».
El cuerpo exige disciplina: series programadas, repeticiones medidas, rigor. Un músculo que se atrofia en la quietud. La mente no es distinta.
Oigo tus pensamientos: «¡Ostras!, pero si es el tipo de evadir.me». Pues sí, soy yo. Otra vez por aquí.
No aprenderé nunca. Con lo bien que estaba tumbado en la hamaca sin hacer nada. Ya ves, vuelvo a la carga... de tinta.
"Este contenido está certificado por el Instituto Nacional de Procrastinación. Nº de registro: pendiente de tramitar."
Advertencia: leer estos textos puede causar “dejà vu”, especialmente si has leído a autores que sí sabían escribir. 😎
Igual prefieres mimetizarte con el sofá y engullir pelis de Netflix u otras plataformas.
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