Sobrasada de Menorca - Hatti

Publicado el 7 de julio de 2025, 18:30

[Jaume]: El sábado pasado, mientras nos comíamos una coca de sobrasada que me trajo Matilde en su último viaje a Ciudadela, Lucas sacó de su bolsa un trozo de metal triangular.
—¿Y esto qué es? —le pregunté con cara de asombro.
—Lo vas a flipar —dijo Lucas mientras se metía un trozo de coca en la boca.

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Tenía un acabado perfecto, brillante como un faro LED. Lo encontré en una rendija el día que fuimos a la cueva con Jonás. Te juro que escuché cómo el triángulo pronunciaba mi nombre. No pude resistirme y me lo guardé en el bolsillo del chaleco.

—¿Y no te dijeron nada en el aeropuerto? ¿No lo detectó el arco de seguridad? —me preguntó Jaume.
—Te lo juro por tu colección de Madelmans que no se dieron cuenta. Yo estaba más nervioso que un filete de real, pensando que había sustraído del país un objeto, patrimonio de la cultura arqueológica turca, pero cuando crucé el arco, no saltó ninguna alarma.

El triángulo había desaparecido. Juraría que lo había guardado en el bolsillo de mi chaleco.

—¿Y cómo es que lo tienes aquí? —preguntó Jaume—.
—Es como en las películas de fantasmas; aparece y desaparece de repente.


Jonás tenía uno igual en casa. Mientras estuvimos merodeando por la cueva, me explicó todas las cosas que le ocurrieron desde que lo encontró en 1970. Por aquel entonces, Jonás era un recién licenciado con un futuro prometedor, una especie de Indiana Jones. Disfrutaba como un enano viajando con Andrea a los lugares más recónditos del mundo.


Su muerte lo frenó en seco. Lo desestabilizó de tal manera que dejó de viajar y desapareció del mapa.


En una de sus aventuras con Andrea, deambularon durante quince días por el desierto de Göreme, en Turquía. Siguiendo la ruta de la seda, se refugiaron en una cueva durante una tormenta de arena. Fue allí donde Jonás encontró el objeto triangular de metal.


Es el mismo que te estoy mostrando. No sé cómo explicarlo, pero genera algún tipo de frecuencia que produce una sensación de paz interior increíble. Un día te lo prestaré y sentirás cosas que no se pueden explicar con palabras.

—Entonces, ¿este objeto es el de Jonás? —preguntó Jaume.
—No. Jonás tiene el suyo. Este objeto se duplica cuando menos te lo esperas. Es como si supiera que lo necesitas y te encuentra. Otro día te explicaré más cosas, pero antes tengo que acabar un encargo que me hicieron en la empresa. Quería comunicarte que este será mi último trabajo. El mes que viene, vuelvo a casa de Jonás. Todavía me quedan muchas preguntas por hacerle.

—Jaume, ya que estás cerca de la cocina, ¿podrías traer dos cervezas más y el resto de la sobrasada? Creo que he traído mucha hambre de Hatti.

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